Recientemente el Reino Unido publicó su estrategia para el desarrollo de las industrias creativas (Creative industries sector vision: a joint plan to drive growth, build talent and develop Skills) que reconoce el importante potencial de los negocios y emprendimientos culturales y creativos para el desarrollo de su economía nacional. La estrategia, encabezada por el primer ministro Rishi Sunak, consta de cuatro apartados para abordar el caso de la importancia del talento creativo para el crecimiento: crecimiento, fuerza de trabajo, alto impacto y distribución. La ambición es clara: maximizar el crecimiento de las industrias creativas hacia el año 2030 por 50 billones de libras (más de mil millones de pesos mexicanos) que crea un millón de nuevos empleos y, más importante, blinda caminos de desarrollo para los profesionales del sector que permitan sostener y amplificar su talento a lo largo de toda la cadena de valor.
Una estrategia tan ambiciosa requiere un importante conocimiento multidimensional de la cultura, de su poder como motor de desarrollo y no solo como ornamento narrativo o instrumento de diplomacia. México es uno de los países más ricos del mundo en términos culturales, es una nación multidiversa que podría beneficiarse enormemente de priorizar al sector cultural y creativo para generar una fuerza laboral pujante, infraestructuras culturales que potencien el turismo mundial y un ecosistema de talento que se reinventa generando círculos virtuosos que beneficien otros sectores. En la medida de que la creatividad sea vista como uno de los más importantes factores de plusvalía, tendremos mejores innovaciones no solo en cultura, sino en ciencia, tecnología, salud, educación, entre muchos otros sectores clave para el desarrollo.
Ante la coyuntura del cambio de gobierno en 2024, es urgente invitar a monitorear la agenda y las propuestas culturales de las y los candidatos con detalle y seriedad. La cultura es un sector resiliente que a pesar de la adversidad de las condiciones económicas muestra crecimiento constante, adaptación y flexibilidad. Según la cuenta satélite de la cultura en México del INEGI, en 2021, a pesar del rezago de la pandemia, el sector de la cultura presentó un crecimiento de 7.5% con las áreas de mayor recuperación siendo la música y conciertos, las artes escénicas y las artesanías. Es nuestra responsabilidad como sociedad civil y academia exigir mejores políticas públicas para el desarrollo del sector cultural en aras de que la cultura deje de ser un diamante en bruto y se convierta en un componente de desarrollo sistémico que proteja la cosmogonía y las tradiciones de nuestros pueblos indígenas al mismo tiempo que acelera la inversión extranjera en tecnología y medios audiovisuales. Estas prácticas en distintos lados del espectro son capaces de coexistir sobre los cimientos de la cultura y la creatividad, de beneficiarse mutuamente y de integrarse para generar externalidades positivas. La cultura es de los pocos sectores capaces de albergar la multiplicidad de voces, prácticas, representaciones y manifestaciones sin juicio. Los seres humanos somos sujetos de derechos culturales y, por lo tanto, es responsabilidad de todos protegerlos y avanzarlos a mejores horizontes.