La obra se estrenó en el festival gracias a la invitación personal del maestro Arturo Márquez, quien solicitó al profesor Molina integrarse al concierto de compositores sonorenses.
Alfonso describe la experiencia de colaborar con el maestro Márquez como algo único e inolvidable. “Es como si Leos Janacek, Smetana o el Tchaikovsky mexicano te hablara para reconocer tu trabajo y para pedirte compartir con él el escenario —explica—. Sus comentarios siempre fueron muy gentiles y asertivos en términos de orquestación, interpretación y dirección. La verdad es que podría hablar horas con el maestro Márquez sobre música”.
Fue el mismo Márquez quien sugirió que Molina dirigiera su composición con la Orquesta Filarmónica de Sonora. Aunque Molina tuvo la oportunidad de estudiar dirección con Rudolph Palmer durante sus estudios en el conservatorio de Mannes, The New School for Music, en Nueva York, solo retomó esta actividad hasta que comenzó a dirigir sus óperas. Confiesa que hoy ha adquirido mucho más interés y gusto por la dirección y le gustaría continuar haciéndolo.
Para Molina, el origen de su pieza musical se sintetiza en el título de la misma. La palabra itinerante quiere decir “algo que va de un lugar a otro”, aludiendo así al tránsito entre diferentes danzas, colores y estilos, que no necesariamente pertenecen a una región específica del mundo, sino que emanan de un proceso creativo del que gozan todos los compositores, un proceso de libertad creativa único perteneciente al arte de la composición.
La obra también busca ser un homenaje a los compositores de los años 30 y 40, tanto mexicanos como rusos, checos o húngaros, tales como Silvestre Revueltas, Igor Stravinsky, Jancek, o Béla Bartók, en términos de orquestación, uso del folklore en sus piezas y en el manejo de cambios armónicos.
El reto mayor para el compositor fue aplicar a la pieza de forma asertiva varias técnicas compositivas, al igual que un amplio conocimiento de orquestación y armonía modernas, ya que es una obra que comprende distintas técnicas y estilos musicales.
Al respecto del concierto en Álamos, Molina concluye: “Fue realmente una noche sui géneris en la historia de Sonora y México que recordaremos con mucho cariño siempre”.