El pasado 17 de agosto la Cátedra Alfonso Reyes inició su programa semestral con la conferencia Guyland: Ese lugar peligroso donde los jóvenes se hacen hombres, impartida por Michael Kimmel, invitado por el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana.
El sociólogo, experto en estudios de género y director ejecutivo del Centro para el Estudio del Hombre y las Masculinidades, desarrolló una conferencia en la que expuso una síntesis de su trabajo en investigación sobre las masculinidades y estudios de género.
Kimmel destaca las cuatro reglas de la masculinidad que rigen a los hombres en la estructura patriarcal, a la que llama Guyland:
- No manifestar actitudes que podrían interpretarse como femeninas. La masculinidad repudia lo femenino.
- Ejercer poder económico.
- Ante las crisis, mantenerse fuerte como una roca, no mostrar debilidad.
- Ser arriesgado, temerario y audaz.
Bajo estas reglas, los hombres tienen que probar permanentemente su masculinidad, y crecen bajo la mirada escrutadora de otros hombres.
Kimmel expuso también la forma en la que las mujeres han vulnerado este tipo de masculinidades al cambiar su forma de manifestarse en la sociedad:
- Hicieron visible el tema de género.
- Incursionaron en el mundo laboral de una manera sin precedentes y cambiaron el espacio para siempre.
- Establecieron un balance entre familia y trabajo.
- Establecieron y asumieron sus derechos sexuales.
A la luz de estas reflexiones sobre Guyland, el pasado 24 de agosto las doctoras Inés Sáenz y Susana Ruiz conversaron sobre el libro Los años falsos de Josefina Vicens. En esta sesión del círculo de lectura Por la libre del programa Pasión por la Lectura, se desarrolló una entrañable conversación que inició destacando la estética del lenguaje con la que la autora abre la novela desde la primera oración.
Sáenz, Ruiz y los alumnos participantes, analizaron los elementos de Guyland señalados por Kimmel. La novela, situada en los años 80 y contextualizada en un entorno político, describe lo que es hacerse hombre en ese México de clase media en cuyas reglas patriarcales el primer mandato implica un menosprecio por lo femenino; ser hombre es no ser mujer.
Los personajes femeninos no tienen voz y se manifiestan en posiciones que reafirman el patriarcado: la amante, la esposa sumisa, las hijas despreciadas cuando no invisibilizadas. Al morir el padre, el hijo hereda su personalidad (está obligado a ser el nuevo padre a costa de su propia vida), su pistola, la amante (símbolos inequívocos de masculinidad), el trabajo, el círculo de amigos y el lugar en la familia. Ante la tumba del padre se ve el hijo en su propia tumba bajo la mirada escrutadora de una sociedad que le exige perpetuar el modelo homosocial.
A partir de estas reflexiones, estamos ante el reto de repensar el camino y tomar conciencia de que la manera en la que los niños aprendieron a ser hombres les dificulta transitar en los nuevos modelos de masculinidades y feminismos.
Accede a la conversación sobre Los años falsos, de Josefina Vicens, aquí.