Hoy las humanidades no solo son importantes (siempre lo han sido), sino además nos presentan un camino para alejarnos de ser presas fáciles de esa tecnología que gozosamente nos apabulla. Los avances tecnológicos, ahora más que antaño, debieran tener un sentido que apunte a los valores que no dependen de instrumentos ni aparatos porque están sustentados en la cultura y el amor por el conocimiento. Las humanidades no requieren justificación y, partir de ellas, pueden desplegarse otras disciplinas de cualquier tipo, la misma tecnología. Más que explicarse, requieren de una conceptualización que fundamente el pensamiento y las acciones. Si Sor Juana concibió la teología como la madre de las ciencias, en la actualidad las humanidades podrían verse como raíz, radical, horizonte de la humanidad y su trascendencia.
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